jueves, 4 de marzo de 2010

Valencia: nº 1 en contaminación lumínica de Europa




Hemos leído este Domingo en el periódico El País, la noticia, y la verdad es que no tiene desperdicio.
Ser la ciudad campeona de toda Europa en contaminación lumínica no es cosa fácil, ni barata. Valencia pasaba por ser, desde hace años, la ciudad española con mayor índice de contaminación lumínica. Se sospechaba a raíz de la política de alumbrado público emprendida por la alcaldesa, Rita Barberá, desde su acceso a la alcaldía, en 1991. Pero no había datos que corroboraran la sospecha. La factura del alumbrado público lo ha aclarado: Valencia superó los 13 millones y medio de euros en 2007. Factura tan abultada sólo es posible si se compara lo que ocurre en esta ciudad con Madrid y Barcelona, por ejemplo. En Valencia se consumen más de 127 kW/ h. por habitante, frente a los 61,5 de la capital de España o los 57,4 de la ciudad condal. El Plan de Eficiencia Energética del Ministerio de Fomento 2004-2012 propone un consumo medio de 75 kilovatios por habitante.

El estudio Contaminación lumínica en España del departamento de Astrofísica y Ciencias de la Atmósfera de la Universidad Complutense de Madrid es concluyente: España es el primer país de la Unión Europea con mayor consumo medio por farola. Y Valencia, la ciudad que más despilfarra en España. El ministerio de Industria ha elaborado un borrador de Ley de Eficiencia Energética que, de aprobarse, le supondría al Ayuntamiento del Cap i casal un coste de unos cinco millones de euros que, según los expertos, podría amortizar si consumiera como la media española.

La contaminación lumínica se produce cuando se emite una luz intensa, en dirección hacia arriba y en horarios innecesarios, generando efectos negativos en el medio ambiente. “Es justo todo lo que pasa en Valencia y un claro ejemplo de cómo no hay que hacer las cosas”, afirma Fernando Jáuregui, astrónomo responsable del área de contaminación lumínica del Año Internacional de la Astronomía.
Castellón y Alicante también están por encima de la media; pero en esta última ciudad el Ayuntamiento ha elaborado un plan de ahorro de energía que le permitirá reducir su consumo energético.Los 24.900 semáforos, las 91.000 farolas distribuidas por la ciudad, un consumo que duplica el establecido y una factura de la luz en alumbrado público que superó, en 2007, los 13 millones y medio de euros son las cifras que confirman que Valencia es la ciudad de la luz, también de noche. En algo más de diez años se ha pasado de consumir 67.63 kw/hora/ciudadano a los 127 actuales. En términos económicos, la factura de la luz también se ha duplicado, ya que en 1996 el Ayuntamiento pagó seis millones de euros.

Para el concejal valenciano de Alumbrado, Juan Vicente Jurado, el borrador de la ley del Gobierno central todavía no supone un problema para la ciudad a pesar de los datos y de que la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, firmara en Bruselas, el pasado mes de febrero, el Pacto de los Alcaldes, un documento que forma parte del Plan de Acción Europeo para la Eficiencia Energética por la lucha contra los efectos del Cambio Climático. “No hay que preocuparse porque no hay nada aprobado”, afirmó Jurado, aunque admitió que si fuera así, la inversión que tendría que hacer Valencia para adecuar toda su luminaria sería “importante”. Según Alejandro Sánchez, doctorando del departamento de Astrofísica de la Universidad Complutense de Madrid y autor, junto a Jaime Zamorano, del estudio Contaminación lumínica en España, el montante ascendería, aproximadamente, a cinco millones de euros, cantidad que se amortizaría en dos años si se llegase a la media nacional.

Otro de los factores importantes a tener en cuenta es el cambio de las lámparas de vapor de mercurio, más contaminantes y menos eficientes, por las de sodio. Según Jurado, de las 91.000 farolas de Valencia solo quedan unas 3.500 por cambiar. Ante estos datos, tanto Carmen del Río, concejal del PSPV en el Ayuntamiento, como Giuseppe Grezzi, coordinador de Els Verds Esquerra Ecologista de València, admiten tener sus dudas y ambos coinciden en que el consistorio debería empezar por hacer un estudio o auditoría energética, como ya hacen otras ciudades como San Sebastián, para, luego, marcar objetivos según las necesidades.

A pesar de que en 2006, el entonces consejero de Territorio y Vivienda, Rafael Blasco, anunció que su departamento estaba elaborando el anteproyecto de la futura Ley de Prevención de la Contaminación Lumínica de la Comunidad Valenciana, aquello quedó en papel mojado. Otras autonomías, como Cataluña o Andalucía cuentan con sus propias normas para el cuidado del cielo desde 2001 y 2007 respectivamente. “El tema legislativo suele traducirse en una simple declaración de intenciones que nunca llega a cumplirse, pero aun así, no deja de ser importante que se regule”, afirma Fernando Jáuregui.

Uno de los principales colectivos que lucha contra la destrucción del cielo es el de los astrónomos. Lydia Freire, presidenta del centro de Investigación Astronómica de Alicante, afirma que desde su ciudad se ve la luz que emite Valencia, a casi 200 kilómetros. “La contaminación lumínica es un problema que la gente no conoce, pero no por ello deja de ser grave”, añade.

Este elemento que algunos no consideran tan preocupante no sólo imposibilita el ver las estrellas y por lo tanto, la labor de los astrónomos, sino que afecta también a los ciudadanos, por el coste de la factura de la luz, y a los animales. Para Jáuregui, que Valencia sea la más contaminante de Europa es más alarmante todavía por un hecho: L’Albufera. “Se están creando alteraciones en la cadena de alimentación porque los insectos están desapareciendo ante la gran cantidad de luz que tiene la ciudad”, declara.

¿Se necesitan tantas farolas? Dependiendo de quién sea el que contesta, la respuesta varía. Según el concejal de Alumbrado, “no es que Valencia tenga un exceso de luz, sino que las otras ciudades están a oscuras y no hay tanta seguridad y tranquilidad como aquí”.

Por el contrario, el criterio de sembrar las aceras de luminarias para transmitir serenidad es, para Grezzi, una solución errónea y populista. “Han hecho de Valencia una ciudad de grandes eventos y luces, y no saben cómo volver atrás”, declaró.

En cuanto a los semáforos (en 2007 había instalados 24.957), que también contribuyen a la contaminación junto con la iluminación de las dependencias municipales, entre las que se incluyen también todos los edificios públicos y los colegios, el Ayuntamiento anunció hace dos meses que se iban a sustituir 9.951 lentes por otras con tecnología LED. Las nuevas supondrían un ahorro de un 80% sobre el consumo de los semáforos de incandescencia, lo que ayudaría a alcanzar otra de las medidas que exigiría la nueva ley, que las administraciones públicas ahorren en energía un 9% en 2010 y un 20% en 2016.

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